En un THINKGLAO que reunió a 400 jóvenes en Madrid, Juan Manuel de Prada ofreció una ponencia cargada de reflexiones profundas y contraculturales. Con su habitual estilo incisivo y mordaz, De Prada se dirigió a los presentes para desmontar algunos de los mitos más extendidos de nuestra era, abordando temas como el cambio social, la tradición, y la verdadera naturaleza del progreso.
La Ilusión del Cambio Inmediato
De Prada comenzó su intervención señalando la peligrosa ilusión que domina el imaginario colectivo actual: la creencia de que podemos transformar el mundo de manera rápida y decisiva. Esta idea, que calificó de "prometeica", alimenta un falso sentido de empoderamiento entre los jóvenes, haciéndoles creer que son capaces de realizar cambios significativos en un corto plazo. Sin embargo, para De Prada, esta noción es no solo errónea, sino también destructiva. "Nunca transformamos el mundo de manera inmediata", afirmó, "el mundo solo se transforma con el tesón de generaciones unidas, que se pasan el testigo unas a otras".
La metáfora utilizada por De Prada para ilustrar su argumento fue la construcción de las catedrales medievales, que requirió el esfuerzo coordinado de muchas generaciones. Cada una de estas generaciones sabía que su contribución sería modesta, pero valiosa en la medida en que se sumaba al esfuerzo colectivo de quienes vinieron antes y de quienes vendrían después. Esta visión contrasta fuertemente con la mentalidad contemporánea, que exalta la inmediatez y el protagonismo individual.
La Virtud de la Paciencia
Para De Prada, la paciencia es una virtud esencial que ha sido olvidada en el mundo actual. La creencia de que el cambio debe ser instantáneo, argumentó, es una trampa que lleva a la frustración y al fracaso. Citando la máxima de que "la semilla tiene que morir para dar fruto", De Prada subrayó la importancia de entender que los grandes logros de la humanidad requieren tiempo, esfuerzo y la disposición a no ver resultados inmediatos.
En su discurso, De Prada también se refirió a la paciencia como una herramienta para combatir la desesperanza y el desencanto que a menudo acompañan a las grandes expectativas no cumplidas. "El sentimiento de fracaso", explicó, "es, en tiempos indignos, el sentimiento más gozoso que puede experimentar un hombre". Este fracaso no debe ser visto como un final, sino como un punto de partida para la construcción de algo más duradero y significativo.
Tradición versus Conservadurismo: Un Llamado a lo Esencial
Una de las distinciones más interesantes que hizo De Prada durante su intervención fue la diferencia entre el pensamiento tradicional y el conservador. Según él, el conservadurismo se preocupa por mantener la fachada de las instituciones, incluso cuando el núcleo está podrido. El pensamiento tradicional, en cambio, se centra en preservar lo esencial, el "meollo" de las cosas, incluso si eso significa dejar que las formas externas cambien o desaparezcan.
De Prada criticó duramente a aquellos que confunden la protección de las formas externas con la verdadera preservación de lo que importa. Utilizó como ejemplo la Constitución española de 1978, describiéndola como una "cáscara" que ya no protege nada de valor real. Para él, es esencial que las comunidades humanas se centren en preservar y transmitir sus convicciones más profundas, incluso si eso significa romper con ciertas tradiciones superficiales.
La Naturaleza Humana y la Ilusión del Progreso
Otro punto central de la charla fue la naturaleza humana y la falsa creencia en el progreso indefinido. De Prada insistió en que los seres humanos no han cambiado en su esencia desde los tiempos prehistóricos. "Somos exactamente iguales que los hombres que habitaban las cavernas", afirmó, y advirtió que las ilusiones de progreso pueden llevarnos a ignorar nuestras verdaderas necesidades y anhelos.
En este sentido, De Prada sugirió que cualquier cambio social significativo debe estar basado en un profundo entendimiento de la naturaleza humana y debe respetar sus límites. Este respeto por la naturaleza humana es, según él, lo que hace que la tradición sea tan poderosa y atractiva para las nuevas generaciones. En un mundo que constantemente trata de forzar cambios rápidos y superficiales, la tradición ofrece una sabiduría acumulada que entiende y respeta las limitaciones humanas.
Conclusión: Un Llamado a la Humildad y a la Acción Consciente
La ponencia de Juan Manuel de Prada en el ThinkGLAO fue un llamado a la humildad y a la acción consciente. En un tiempo donde la prisa y la inmediatez dominan, De Prada nos recordó la importancia de la paciencia y de comprender nuestro papel como eslabones en una cadena que trasciende nuestras vidas individuales. Su mensaje fue claro: el verdadero cambio no es instantáneo ni se logra a través de promesas vacías de empoderamiento. Requiere tiempo, esfuerzo colectivo y una profunda conexión con las verdades fundamentales que nos definen como seres humanos.
En un mundo que a menudo valora más la velocidad que la dirección, las palabras de De Prada son un recordatorio necesario de que el verdadero progreso es aquel que respeta el ritmo natural de la vida y que se construye sobre cimientos sólidos, no sobre ilusiones pasajeras. Y es en esta reflexión donde radica la verdadera sabiduría que ofreció a los jóvenes presentes: la importancia de vivir con propósito, paciencia y una comprensión profunda de la humanidad que compartimos.
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